lunes, marzo 30, 2009

Acabó conmigo en un suspiro, una mañana lo tuve entre mis brazos y al atardecer me dijo que no era lo que esperaba de la vida. Simplemente se fue y su silueta me quedó como un tatuaje que hiere el orgullo, como una derrota que ya era victoria, cambiando mis ojos por un abismo como si los trofeos se consigueran al a vuelta de la esquina. Hoy le dijo adiós al presente y yo le digo adiós a todos, hoy no me interesa su mirada ni su sonrisa, hoy me interesan unas cuantas palabras que dejó como muestra de que el amor no es eterno y que sus ojos no eran estrellas sino dos bombillos que él sabía cuándo apagar.