lunes, diciembre 08, 2014
ALFARERA
A su manera tomó entre sus manos la coraza que le cubría y como buen alfaredo, la moldeó bajo el mazó de fuego, condenando sus penumbras a la luz del alba que ardía en sus ojos, no había momento de paz en aquella atribulada y constante mejoría, no había noche de descanso para quien dormitaba pensando en la agonía de la muerte misma, en espera de la vida que arañaba en cada beso. La súplica del detende fueron transformandose en un no me dejes, las heridas del desgaste conseguían hacer brillar su renovado aplomo.
Con la misma ternuna que aplicaba el soberbio moldeamiento, él le sonreía en cada lágrima, le besaba en cada suspiro y arañaba la piel que le aprisionaba, sacudiendo de su mente el irracional destino elegido, aunque siempre fuesen dos que pudieron ser uno mismo.
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